Es una droga psicoactiva de origen sintético con propiedades estimulantes y empatógenas de sabor amargo. Suele relacionarse y confundirse con el MDA.
El MDMA se particulariza por sus efectos empatógenos, relativos a una sensación subjetiva de apertura emocional e identificación afectiva con el otro. Otras sensaciones son el cambio de humor.
El MDMA alcanza su auge de consumo ilegal entre la población más joven en los años 90, en los que emerge como algo novedoso, desligado de la figura del "yonqui" (junkie) (prototipo de drogadicto de los años 70 y 80). Sin embargo, no es exclusivamente el único contexto "lúdico" en que se consume esta droga.
Algunos efectos temporales y más o menos inmediatos por su consumo, derivados de la liberación de serotomina son: signos de euforia, gran dilatación de las pupilas, pérdida de control de los músculos de uno u ambos ojos (que comienza a vibrar al intentar enfocar la vista en un punto), pérdida de sensibilidad (lo que provoca la ausencia de sed y en caso de descuido la deshidratación), empatía o ensalzamiento de la amistad (por lo que se utilizó normalizadamente antes de su prohibición para terapias de pareja), aumento de la temperatura corporal, hipertensión, gases y pérdida de control de los músculos del maxilar inferior.
Suele ingerirse o bien en cápsulas (denominadas "bombitas" con una cubierta superior de papel de arroz), comprimidas en pastillas e incluso de forma directa al comer o aspirarlo por la nariz.
Sístomas de una sobredosis o derivados de una mala ingestión: Hipertensión, hipertermia, taquicardia y desidratación.
Durante la Segunda Guerra Mundial fue utilizada indiscriminadamente por todos los bandos, dado el carácter euforizante que contiene la sustancia y la agresividad otorga.
Las anfetaminas fueron utilizadas como estimulantes, luego en forma de inhalaciones para el tratamiento de catarros y congestiones nasales, más tarde como píldoras contra el mareo y para disminuir el apetito en el tratamiento de la obesidad y, finalmente, como antidepresivos.
Presentan una elevada tolerancia, que produce habituación y necesidad de dosis progresivamente más elevadas.
A diferencia de lo que sucede con la cocaína que la consumen preferentemente los sectores medios y altos, las anfetaminas son consumidas tanto por ejecutivos que pretenden sobreexcitación como por amas de casa que buscan un anoréxico para sus dietas o por estudiantes que preparan exámenes. El estado de ánimo del adicto oscila entre la distrofia y la hipomanía, así como ansiedad, insomnio, cefalea, temblores y vértigo. Pueden aparecer cuadros depresivos y síndromes paranoides anfetamínicos. Pueden producir efectos placenteros, hiperactividad y sensación desbordante de energía, pero también causan temblor, ansiedad irritabilidad, ira inmotivada y repentina y trastornos amnésicos e incoherentes. En la última fase se describen depresión, cuadros paranoides y delirios paranoides, alucinaciones y trastornos de conducta. Tales situaciones se producen cuando las dosis suministradas, generalmente por vía endovenosa, superan los 2 gr. Está demostrado un mayor potencial en las anfetaminas que en la cocaína, tanto en su punto más álgido como en la duración de los efectos. Tomadas en dosis importantes son causantes de confusión, tensión, ansiedad aguda y miedo. La psicosis anfetamínica desarrollada por el sujeto se asemeja a la psicosis paranoica y a la esquizofrenia paranoica.
Con la encuesta cerrada comentamos sus resultados.
De 10 a 12 años 1 voto (14 %)
De 15 a 18 años 1 voto (14 %)
Más de 18 años 0 votos ( o %)
Hemos observado que la mayoria de las personas piensan que los chicos y chicas empiezan a consumir droga a partir de los 12 años aproximadamente.
Nosotras pensamos que los resultados son correctos, ya que los chicos y chicas de hoy en día cada vez empiezan a consumir cualquier tipo de sustancia adictiva antes.